¿Alguna vez te has despertado en la mañana sin saber cómo llegaste a ese punto de tu vida? Todo lo que ves alrededor se siente conocido y al mismo tiempo, no lo reconoces. Tienes la sensación de que quieres cambiar tu vida pero no sabes por dónde empezar, todo se ve como una masa enorme indivisible. Y comienzas a entrar en círculos viciosos sin fin, ya sabes, como: “para trabajar en mis hobbies necesito más tiempo, pero para disponer de más tiempo, necesito tener una cierta cantidad de dinero pero para ello debo renunciar a mis hobbies y sin ellos no me puedo concentrar en el trabajo”. O con cualquier otro ejemplo.
Entonces decides cambiar tu vida pero parece inmanejable, no sabes en donde empieza el hilo enmarañado de todo el desastre. Puede parecerte también que no tienes ningún talento o habilidad para sacar ese proyecto de cambiar tu vida adelante y entonces te hundes más en ese pensamiento: no hay nada que te pueda sacar del hundimiento. Pero no es así.
Para empezar, no necesitas cambiar toda tu vida de un día para otro, es casi imposible. Y pensar que debes de cambiarlo tan abruptamente únicamente te frustrará, no podrás notar los avances que has hecho porque los comparas con la inmensidad de cambios que aún quedan pendientes. Por otro lado, si desconfías totalmente de tus fortalezas, te sentirás sin herramientas para afrontar tus cambios.
Por ello, uno de los primeros pasos para comenzar un proceso así de grande como el progresar en la vida hacia el éxito es cambiar tu mentalidad: saber cuáles son tus fortalezas, tus debilidades y definir qué es lo que quieres mejorar. Se trata justamente de hacer un plan, de ser consciente de que debes realizar todo un sistema de planeación y cambio a partir de tus herramientas para poner metas específicas y realistas.
¿Cómo saber tus habilidades y debilidades? A partir del autoconocimiento. Conocerte a ti mismo, darte preguntas y respuestas lo más objetivamente puede tener como resultado un inventario de las características que te ayudarán a llevar el proceso de transformación y las que te darán un poco más de problemas pero que ya has reconocido y sabrás que debes tratarlas o esforzarte extra en ellas.
Ahora, se deben delimitar tus metas. Puedes decir “quiero cambiar mi vida” pero no es nada específico ¿qué parte de tu vida es la que debes cambiar primero? ¿cuál es la más importante? ¿cuál es la más afectada? Tal vez es tu familia, tu entorno laboral. o tú mismo y tu autoestima o seguridad. Pero entre más específica sea tu meta, más fácil podrás planear cómo llegar a ella y no caminar sin rumbo.
En adición a esto, debes ser consciente que es importante realizar algo que te ayude a continuar tu meta. Por más pequeño que sea, cualquier pequeña acción es un paso adelante en tu camino.
Imagina que te despiertas con un poco de dolor en el cuerpo pero no identificas cuál puede ser la causa. La opción no es revisarte tu mismo, no saber qué es y dejar que pase hasta que tal vez se pase un día. Lo correcto es ir con un médico, decirle tus síntomas. Así identificará que parte de tu cuerpo está sana y cómo realizar el tratamiento. A partir de ello tomarás algún medicamento, tal vez una pastilla diaria, es decir, un cambio muy pequeño que con el paso del tiempo, te dará los resultados que necesitas.
Es por ello que te conviene acudir con un profesional que te guíe en este camino. Te ayudará a autoconocerte, tener más seguridad en ti mismo y te enriquezca con esa pastilla (un hábito pequeño) que debas realizar a diario (lo cual demandará compromiso y perseverancia) hasta obtener los resultados que deseas.